Como decía en su sitio web el Dicasterio para las Causas de los Santos, tras instalarse en Buenos Aires en 1779, Antonia «pronto se ganó la estima y la confianza del obispo, quien le otorgó numerosos y amplios poderes».
Era «estimado por su extraordinaria prudencia», afirma el dicasterio, «conocido por pedir consejo a los sabios y a las autoridades religiosas antes de tomar cualquier decisión». Para muchos fue «un ejemplo de modestia humilde y espontánea, capaz de construir a través de su utilidad y sabiduría».
La Beata María Antonia nació en 1730 en Silipik, Santiago del Estero, Argentina, y murió el 7 de marzo de 1799 en Buenos Aires. Su cuerpo fue «enterrado en absoluta pobreza en el cementerio contiguo a la Iglesia de la Piedad de Buenos Aires», dijo el dicasterio; posteriormente, «se trasladó al mismo, donde hoy es destino de romerías».
Fue nombrado Venerable en 2010 y beatificado en 2016.
ACI Prensa, socio de noticias en español de CNA, informó este martes que la Iglesia católica argentina vivió un «día histórico de inmensa alegría» al conocer el anuncio del Papa.
La Santa Casa de Ejercicios Espirituales publicó con orgullo en Facebook «¡el primer santo argentino!» Quiere que su «santidad sea un impulso para la evangelización de nuestra patria».