El objetivo del pontífice de preservar el catolicismo en China contrasta directamente con la represión del presidente Xi contra la religión.
La religión ha sido durante mucho tiempo un tema polémico para el Partido Comunista Chino (PCCh), que ofrece visiones del mundo alternativas a la ideología marxista-leninista del partido y sigue siendo una fuente importante de resistencia al régimen autoritario.
En 2018, el Papa Francisco y Beijing firmaron un controvertido acuerdo de dos años para permitir que la Santa Sede supervise el nombramiento de obispos católicos romanos en China. Sin embargo, Beijing violó el acuerdo al nombrar un obispo el año pasado, una medida que el Vaticano condenó pero aún no ha desechado por completo el acuerdo.
Para complicar aún más las cosas, el Papa Francisco aceleró durante el fin de semana la promoción del nuevo obispo de Hong Kong, Stephen Chow, al Colegio Cardenalicio. Chow, de 63 años, salió de una relativa oscuridad para ser promovido al papado en 2021, dos años después de la muerte de su predecesor, el obispo Michael Leung. Actualmente es el único cardenal en edad de votar (la edad límite es 80) en Hong Kong, y también tiene dos cardenales jubilados, también conocidos como obispos eméritos: John Tong, 83, y Joseph Zen, 91.
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