El Papa Francisco envía un telegrama de condolencias por el fallecimiento del obispo Luigi Bettazzi, uno de los miembros más jóvenes del Concilio Vaticano II e incansable promotor de la no violencia, la justicia y la paz.
Por Linda Bordoni
El Papa Francisco ha expresado su cercanía espiritual a la familia y a todos los que están de luto por la muerte de Mons. Luigi Bettazzi, fallecido el sábado 16 de julio, pocos meses antes de cumplir 100 años.el cumpleaños
En un telegrama dirigido a Monseñor Edoardo Aldo Cerrato de Ivrea por el Secretario de Estado Cardenal Pietro Parolin en nombre del Pontífice, el Santo Padre recordó que “fue muy querido y apreciado por quienes lo conocieron durante su larga y larga vida. ministerio fecundo».
En particular, según el Papa Francisco, recuerda a “un gran amante del Evangelio, que destacó por su cercanía a los pobres, convirtiéndose en signo profético de justicia y paz en momentos especiales de la historia de la Iglesia, y también. hombre de conversación y punto de referencia para muchos representantes de la vida pública y política italiana”.
El obispo Bettazzi de Ivrea, en la región de Piamonte en el norte de Italia, fue amigo de Pax Christi Internacional durante mucho tiempo y fue presidente del movimiento por la paz de 1978 a 1985. Se centró en la no violencia, el desarme y los derechos humanos inspirados en la espiritualidad bíblica. en los muchos libros que escribió y, en su compromiso de renunciar a la riqueza y los privilegios y adoptar un estilo de vida de pobreza evangélica.
Desempeñó un papel en la promoción del diálogo entre la Iglesia católica y la escena política italiana y también se ofreció, junto con otros dos obispos, como rehenes de los terroristas de las Brigadas Rojas, a cambio del secuestrado ex primer ministro italiano Aldo Moro.
Un ardiente testigo del concilio
El mensaje del Papa continúa con palabras de agradecimiento al Señor “por este valiente testimonio ante el Concilio”, y con el llamado a la recompensa eterna prometida a los servidores fieles.
Finalmente, da su bendición apostólica a la comunidad diocesana del obispo Bettazzi y «a Bolonia, donde lo vio apreciado como presbítero y luego como obispo auxiliar».
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