Sí, como he subrayado repetidamente, la pena de muerte no es de ninguna manera una solución a la violencia que puede afectar a los inocentes. Las ejecuciones capitales, lejos de hacer justicia, alimentan un sentimiento de venganza que se convierte en un veneno peligroso para el cuerpo de nuestras sociedades civiles. Los Estados deberían centrarse en dar a los prisioneros la oportunidad de cambiar verdaderamente sus vidas, en lugar de invertir dinero y recursos en ejecutarlos como si fueran seres humanos sin valor para vivir y desechar.
en su novela EstúpidoFyodor Dostoyevsky resume la sostenibilidad lógica y moral de la pena de muerte, hablando de un hombre condenado a muerte: «¡Es una violación del alma humana, nada más! Está escrito: ‘No matarás’, y sin embargo, porque «Ha matado, otros matan. No, es algo que no debería existir».