En Nochebuena, el Papa Francisco abrirá la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro para inaugurar el Año Jubilar 2025. Es una ocasión importante, un año marcado para el perdón y la renovación. Ha habido Años Santos desde el año 1300, cuando el Papa Bonifacio VIII los convocó por primera vez, pero en definitiva derivan de los Jubileos del Antiguo Testamento cuando los frutos de la tierra eran dados a todos: «El sábado de la tierra os dará de comer». , para ti y para tus siervos y esclavas y para tu salario y para los extranjeros que viven contigo; Para vuestro ganado y para el ganado que hay en vuestra tierra, todo su producto será para alimento” (Levítico 25:6-7).
Con el tiempo, los intervalos entre los Años Santos se han acortado, de 100 años a los 50 años bíblicos y a los 25 años actuales. Este Jubileo marca los primeros 25 años de este milenio desde que el Papa Juan Pablo II inauguró el Jubileo en 2000. 25 años es una oportunidad para revisarlos y hacer todo de nuevo. Su Santidad ha declarado el «año de la evangelización», con el lema: «Peregrinos que viajan con esperanza».
La Iglesia, junto con el mundo, ha sufrido muchos trastornos en el último cuarto de siglo. Ha perdido miembros en Europa y países anglófonos y ha ganado otros en África y Asia. Los viejos escándalos de abusos sexuales no se han resuelto; en última instancia, tienen sus raíces en el problema de cómo los seres humanos pecadores ejercen el poder y cómo las instituciones los protegen. También ha habido nuevos desafíos, en particular la pandemia de Covid, que posiblemente fue mal manejada en muchos países con decisiones perjudiciales de cerrar iglesias en lugar de abrirlas responsablemente. El respeto por la dignidad humana ha disminuido con la aceptación del suicidio asistido como medio para afrontar los problemas del dolor y la soledad, y la crisis migratoria ha traído nuevas tensiones en muchos lugares. Mientras tanto, el desafío de preservar esta tierra, nuestra casa común, sigue siendo urgente, y el Santo Padre ha pedido que los jóvenes lo conviertan en una prioridad para el Jubileo.
El Año Jubilar ofrece la oportunidad de un nuevo comienzo. Los fieles que acudan a orar a las iglesias del Jubileo en Roma tendrán el valioso beneficio de una indulgencia plena. La reunión de tanta gente en la ciudad de San Pedro y Pablo sólo puede traer bendiciones para ellos y sus comunidades. Incluso si no podemos viajar a Roma, podemos llevar el Jubileo a nuestros lugares a través de la oración y la peregrinación. Por muy disgustados que estemos, habrá verdadera esperanza cuando el Papa Francisco abra la Puerta Santa, y cuando la abra, nos invite a todos a entrar.
Este artículo aparece en la edición de diciembre de 2024. Heraldo católico. Para suscribirse a nuestra galardonada y estimulante revista y recibir periodismo católico independiente, de alto calibre, contracultural y ortodoxo en su puerta en cualquier parte del mundo, haga clic en AQUÍ.